Delfina (8): «Mamá, anoche tuve un sueño»
«Soñé que me despertaba, caminaba contenta hacia el living y cuando miraba por la ventana, veía los árboles que vemos siempre, pero no veía la protección del balcón. No había más baranda, sino que era como un escalón por el que podíamos bajar directamente hacia la calle. Yo me asomaba y bajaba a la vereda, pero mami, no es que me caía, era como que saltaba y me iba a la vereda de enfrente. De repente veía que venía Juan, (un compañerito del cole), y yo lo invitaba a subir a casa. Me encontraba con Teresa, (una vecina) y ella nos daba una llave y veníamos a casa a jugar con él. La puerta estaba cerrada, pero después la pudimos abrir, fácilmente. Después nos quedamos un montón de rato jugando”.
Al escuchar ese relato, la abracé y me dio mucho alivio. Me sentí reconfortada; sentí que ella estaba pudiendo reparar en el sueño algo del impacto del aislamiento.
El proceso de elaboración de lo que sucede.
El sueño permite procesar emociones, tramitar miedos y construir realidades reparatorias. El poder realizar ese proceso de construcción a través del sueño, así como también a través del juego, es un indicador de integración psíquica.
El día anterior, ella escuchó que había fallecido una persona de coronavirus. Y, minutos más tarde, me preguntó «¿A vos también te puede pasar?». Eso dio lugar a una breve pero consistente charla, que se realizó sin solemnidad. Ni siquiera fue un “vamos a hablar”; se desarrolló en el living mientras ella jugaba con una cocinita y, “naturalmente” se desarrolló una conversación muy estimulante en la que pudo formular esas preguntas que la inquietaban al tiempo que yo iba respondiendo mientras continuaba con lo que estaba haciendo. (De esas conversaciones en las que uno luego se queda revisando cómo respondió y sorprendido por el nivel de inquietud de los chicos).
Desde que se decretó la cuarentena, ella no dejó de jugar, pintar, amasar figuras de porcelana, sacar juegos que hace mucho no tocaba, hacer tik toks, tareas escolares, jugar Roblox, charlas con amigas y familiares por Zoom; sin manifestar ningún indicio de angustia o ansiedad. Sólo que extraña invitar amigos a casa, cosa que era completamente habitual.
Los niños perciben todo lo que sucede. Muchas veces no dan indicio de tal grado de registro y nosotros, como adultos, podemos subestimar su grado de conexión con la realidad.
Por ello, es esencial ayudarlos a integrar eso que fragmentariamente van registrando durante el día (una emoción nuestra, el titular de un noticiero que sin querer pudieron registrar, un comentario de sus padres o entre familiares, el clima en la calle o los aplausos de las 21). Esos elementos no deben quedar desarticulados en su psiquismo, dado que genera mayor ansiedad y temor que el que podría transmitir una conversación veraz, acotada y consistente.
Que puedan lograr una coherencia entre lo que perciben vivencialmente y lo que les comunicamos verbalmente.
Los psicólogos designamos a esta articulación “conectar el afecto (emoción) con la representación (palabra)”. El costo de no hacerlo es una alienación, un sentimiento de extrañeza y desconfianza, temores, y una vía de acceso a comportamientos sintomáticos.
Luego de conversar con padres en sucesivas consultas acerca de cómo poder acompañar a nuestros hijos en este tema, podría resumir:
- Dar lugar a conversaciones a partir de sus inquietudes.
- No dramatizar ni abrumarlo con información.
- Escuchar cuáles son sus inquietudes, sin imponer lo que nosotros creemos, sino estar atentos a sus ideas, pensamientos, fantasías, preguntas.
- Conversar a partir de sus observaciones sin interrumpirlo ni desestimar lo que dice hasta que termine de expresarse.
- Hablar con sinceridad. Adaptar las palabras a sus posibilidades de comprensión. (Suavizar, buscar un tono de cuidado, pero sin mentir).
- Introducir la noción de “algo podemos hacer con eso”, desde la empatía. Eso puede significar permitir que llore un ratito, abrazarlo o ponerse a hacer un dibujo juntos mientras se comparten esas sensaciones.
Es absolutamente tranquilizador para un niño saber que hay un espacio auténtico para poder expresarse y confiar en la información que le ofrecen sus seres queridos.
Poder hacer algo para “cuidarse y cuidar “, va a dar al niño una mayor sensación de seguridad y confianza, para canalizar sus temores a través de las acciones de cuidado.
Luego uno puede seguir su vida, tomar las clases online, bailar, hacer abdominales, pero integrando eso como formas creativas de afrontar el momento. Sin esa conversación, puede resultar incongruente su registro angustioso en el ambiente y ver a su madre haciendo zumba en un vivo de Instagram. Eso puede ser disruptivo para el niño si no hay una comunicación que integre y sintetice lo que “está sucediendo”.
Esa articulación, esa palabra que conecte es el el mayor aporte que podemos hacer a su psiquismo. Las conversaciones son sanadoras.
La integridad psíquica es lo que nos va a acompañar toda la vida y sus heridas dejan huella.
Lic. Valeria Bedrossian
valeriabedrossian@gmail.com
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Muy útil para los q tenemos niños pequeños…a veces tenemos la solapada intención de dejarlos fuera de la realidad para protegerlos y nos sorprendemos al darnos cuenta de su registro y percepción… gracias vale seguí escribiendo…te quiero
Gracias Tami por tus aportes. Sí, son esponjas…no podemos dejar de mostrarles el mundo, desde un lugar amoroso, cuidado, pero real. Y acompañarlos. Yo también!!! Un abrazo fuerte.
Excelente material.. Delfi siempre nos deja asombrados!! Abrazos
Gracias Sabri, tal cual. Siempre me asombra jaj y me da material. Un abrazo
Siempre te leo con atención, muy interesante!!! Besos Vale!!!
Gracias Paulina. Me alegra que resulte de interés. Acepto ideas. Un abrazo
Me encanto la nota vale, un beso hermana
Qué bueno Cheche, que te gustó y para tener en cuenta que, aunque se la pasan jugando, perciben todo! Abrazo fuerte!!!
Muy bueno Vale!!!! Gracias! Expresas muy claro ideas que a mi se me presentaban desordenadas. Lo re comparto. Besos
Gracias Maia! Me pasa que las ideas van ahí tipo tetris y cuando toman alguna forma, necesito transmitirlas y también para mí que queden cristalizadas! Besoteee
Muy cierto que a veces parece que no perciben pero a través de un grito o un capricho descargan esa angustia de no poder hacer lo que es su vida habitual y quieren tanto!gracias vale por tus palabras!
Gracias Gi por tu comentario. Parece que los niños tienen más registro vivencial que verbal, entonces si no los ayudamos con algunos enlaces, quedan muy sobrecargados. Un abrazo fuerte
Muy buen artículo Vale !!!
Mucha comunicación con nuestros hijos!!! En estos momentos que tenemos tantoo tiempo por lo menos en mi caso los dos solos en conecer más cosas y pensamientos de él que no me imaginé. Y en esos ratos de desayuno o almuerzos etc; sacar temas, conectar, que muchas veces estamos tan enfocados en otras cosas y tan a mil.
Gracias kari, sí…surgen otras cosas y esas charlas espontáneas son lo más valioso. Quién sabe todo lo que podemos descubrir en estos momentos, más allá de lo estresante que vivimos como sociedad. Les mando un fuerte abrazo!