“Grupo de riesgo”, “grupo vulnerable”, “adultos mayores”, “ancianos”.
Estamos hablando de personas que, por ser inmunológicamente más vulnerables a los efectos de este virus, son el principal foco de cuidado y, paradójicamente, de descuido.
Porque a través de los medios de comunicación se ha naturalizado, tal vez por repetición, que ellos no pueden salir, que deben quedar encerrados hasta que haya una vacuna, que no pueden ver a sus nietos, que no pueden ir de compras, que no pueden tomar frío, que no pueden tener contacto social, que no pueden trabajar, que no pueden, que no pueden, que no pueden…
Algo así como que “deben resignarse al confinamiento”.
Estas reiteradas prescripciones han puesto a esta generación en un lugar de objeto, sin considerar que detrás de esas estadísticas hay sujetos cargados de vida, de sabiduría, de experiencia, de autonomía, que podrían también decidir por ellos mismos sobre cómo cuidarse, cómo enfrentar esta adversidad. Y tal vez la decisión sería la misma. No se trata de transgredir un criterio sanitario, sino de incluir una consideración psicológica, subjetiva y humanizante de esta población.
El concepto de tiempo toma una dimensión distinta cuando uno se vuelve mayor. Por lo tanto, esta circunstancia que lleva a postergar infinidad de actividades, puede transformarse en algo desesperante para quien tiene, además del virus, el apremio de su propio tiempo vital.
El riesgo que se está corriendo es que por querer cuidarlos terminemos disminuyendo sus posibilidades, desvitalizándolos aún en vida. Porque si para ellos la vida se sostiene desde el contacto con sus seres queridos, con sus nietos, o en ser sujetos activos, el quedar en un lugar pasivo convierte este tiempo en un purgatorio, en un limbo, que “ya no es vida”; algo más parecido a permanecer que a vivir.
Y esa situación es una invitación a la depresión, al letargo, al desasosiego, que lejos está de ser un proyecto vital que alguien podría haber imaginado.
Es habitual encontrar, especialmente para la tercera edad, consejos en diferentes publicaciones que incluyen ejercicios de meditación, cursos, lecturas positivas, estímulos cognitivos, así como también rutinas de ejercicio físico o clases de introducción a la tecnología.
Para que estas actividades se sostengan tiene que haber una estabilidad anímica que se pone en riesgo en los casos en que se comienzan a instalar pensamientos o emociones negativas. Por ello, es muy importante poder diferenciar sentimientos de tristeza e impotencia, que son lógicos y esperables en este contexto, de aquellos sentimientos de angustia que se instalan y pueden conducir a un estado de ánimo depresivo.
La falta de motivación y el desgano que generan este clima emocional impiden que se puedan generar acciones que fomenten el contacto y el placer. Y ese es el gran riesgo que se produce en el aislamiento. La falta de movimiento, de desplazamiento, el distanciamiento físico atentan contra la segregación de endorfinas, oxitocina, etcétera, y por ello hay que pensar en un enfoque que incluya el contexto singular en el que se encuentra actualmente esta población.
¿Hasta qué punto podremos sobreadaptarnos a esta realidad de privación? ¿Qué herramientas se pueden implementar para acompañar a esta población en estas circunstancias?.
Algunos países ya están permitiendo encuentros sociales de no más de diez personas. En Nueva Zelanda, Bélgica y Canadá experimentan con el sistema de las “burbujas sociales”: pequeños grupos fijos de personas cuyos integrantes acuerdan una interacción mutua por un tiempo. Sería una forma de recibir visitas y “burbujear” (uno de los tantos términos creados en este nuevo contexto). Se han difundido, en otros países, iniciativas que entrenan a personas en nuevas metodologías de trabajo remoto, sin límite de edad así como también sistemas de apoyo comunitario en red.
Estas medidas ponen de manifiesto la preocupación creciente de los países por la salud no sólo física sino también emocional, que se resiente en el contexto del aislamiento socio-familiar. Porque no es sólo social.
Se está jerarquizando la importancia de los vínculos como factores de incidencia en el equilibrio anímico y mental.
Estamos ante el influjo de un evento disruptivo que se está prolongando y generando una situación de estrés que se extiende y amenaza nuestra capacidad psíquica de sostén.
En estos días, los especialistas han hablado del «hambre de piel», de las posibles consecuencias psicológicas de la falta de contacto personal, de la connotación negativa del “extrañar”, etcétera.
A los adultos mayores, además, el tiempo les juega en contra. Postergar es un lujo que no se pueden permitir.
Estas personas se encuentran sometidas a una exigencia muy grande, que desafía sus resistencias internas. Afrontan una gran inestabilidad y para subsistir, por un lado el aislamiento los protege, pero por otro los excluye.
Me atrevo a pensar como posibles formas de accionar sistémicas fuera del pensamiento binario constituido por dos categorías exclusivas y excluyentes (bueno-malo, cuarentena-anticuarentena, adentro-afuera).
Sin redes de contención que los ayuden a elaborar respuestas adecuadas a la situación, sin soporte psicosocial, estas personas corren el riesgo de quedar paralizadas, pasivas, congeladas frente a un mundo que se volvió totalmente impredecible.
Lic. Valeria Bedrossian
valeriabedrossian@gmail.com
Facebook | Instagram | LinkedIn | Twitter
Tal cual. Hace unos meses era una persona activa, que tenía gente a cargo, responsabilidades, muchas cosas para hacer, proyectos, nietos…y en este momento me convertí en una persona que abre la puerta con distancia para que mi hijo me acerque unas bolsas con comida. Esa situación, que me traigan las compras, la agradezco de mis hijos, pero por otro lado me hace sentir mal, como un ser pasivo que no quiero ser, porque nunca lo fuí. No sé si es la única solución y cuánto va a durar. Gracias por escribir sobre este tema. Al menos no me siento tan rara en sentir todo esto. Gracias.
Sí, es un tiempo de desafíos para poder sostenerse anímicamente y para ello es muy importante no aislarse socialmente y poder pedir ayuda. Te voy a escribir por privado y te sugiero algunas recomendaciones. Un beso.
Gracias Vale. Coincido y creo importante difundirlo.
Todo esto es tan cierto…y mas ..pienso en tanta gente llena de vida que se esta apagando. En gente que dejo de ir al dr porque solo atiendien casos urgentes..Entonces cuando esto termine muchos estaran enfermos de otras patologias.Los psicologos no atienden,no los dejan.Con tan poco dinero que cobran y el aumento de la canasta,la mente tambien agrega un drama extra.Soledad,miedo.,incertidumbre,confinamiento,noches larguisimas tratando de encontrar en la television algo que no hable del Covid.Tanta gente sola..sin un patio…sin una mascota compañera.La casa esta limipa,pulcra desinfestada..la mente es un barullo..desordenada y a veces es un caballo desbocado que corre y corre..
Coincido en esto que decís que muchas personas lo están pasando muy mal y van quedando desprotegidas, por eso considero impprescindible un abordaje que se ocupe de los aspectos psicosociales de los efectos de la pandemia. Gracias.
Gracias Maia, como profesionales de la salud, es importante, a mi criterio, visibilizar esto que sucede y ayudar desde nuestro lugar. Un beso.
Muy certeras tus apreciaciones Valeria.
En lo personal yo tengo muy alto mi sentido de responsabilidad, madurez y libertad.
Sé cuidarne y lo hago pero no estoy ni deprimida ni paralizada; mi motor interno sigue funcionando.
Salgo cuando tengo que hacerlo; me valgo para buscar las cosas que necesito, me mantengo activa.
No tengo miedo de contagiarme y en caso de que así fuera estoy segura que me voy a curar porque soy una persona de 72 años pero sana.
Cuando pretendieron que pidiesemos permiso para todo ni por adomo pensé en hacerlo.
NO NACIO QUIEN DOME MI ESPIRITU LIBERTARIO!!!!
Gracias por compartir tu mirada y tu actitud, realmente valoro esta forma de pararse frente a esto que sucede y autoafirmarse en la propia autonomía y fortaleza, sin por ello dejar de cuidarse. Esa es la idea. Un abrazo Sonia.
Vale !!!! qué acertadas tus reflexiones!!!
En estos tiempos tan duros ,69 días sin ver físicamente a mis nietos ,sin abrazarlos , me preparo para una vuelta victoriosa, distinta, siguen intactos todos mis sueños sin los que podría vivir y pienso que nunca en toda mi vida me tomé mi tiempo para descansar.
Hoy estoy haciendo eso , dejando de sentirme imprescindible ,dejando de sobreproteger, mirando la vida y aprovechando cada instante.
Agradezco a la vida que me dio la oportunidad de ver ,parando la carrera alocada del consumo ,otros valores.
Gracias por estas acertadas palabras!
En estos tiempos demos rienda suelta al espíritu!
Què lindo que puedas revalorizar este tiempo, que además de privaciones, lo podés tomar como una oportunidad para conectarte con otras cosas valiosas. Un abrazo