El impacto del uso de la tecnología en las relaciones

La inclusión de la tecnología ha modelado cambios en la dinámica de las relaciones y ha creado diferentes términos que intentan describir estas nuevas formas en las conductas humanas.

Phubbing es uno de ellos: fusión de phone (teléfono) y snubbing (despreciar/ignorar), que describe la conducta de ignorar a una persona y al propio entorno por concentrarse en un dispositivo móvil.  Este concepto ha originado varios estudios e investigaciones para indagar el impacto de la inclusión de las nuevas tecnologías en las relaciones humanas.

El uso excesivo de los dispositivos es motivo de discusiones, especialmente cuando no hay acuerdos o hay diferencias en la connotación o en el efecto que tiene para cada una de las personas. Puede transformarse en un problema de acuerdo a la forma en que se utilicen y especialmente al nivel de comunicación en relación a ello.

En una familia, progresivamente se van generando patrones que uno puede ir regulando, por ejemplo algunas pautan no usar los dispositivos a la hora de sentarse juntos a la mesa a almorzar o cenar; otras respecto a los niños establecen momentos en los que pueden acceder a la tecnología para comunicarse con amigos o para jugar y otros en libres de tecnología en los que pueden acceder a otras formas de entretenimiento.

Es importante entender que los cambios en las interacciones sociales han dejado de ser exclusivamente presenciales para extenderse al ámbito virtual. Relacionarse ya no es necesariamente verse, encontrarse cuerpo a cuerpo, juntarse físicamente a hacer algo, sino estar conectados a través de diferentes plataformas. Es inútil resistirse a ello.

Lo que queda pendiente es cómo integrar ambos mundos y poder adecuarse a los requerimientos de cada uno de esos ámbitos sin perder de vista el impacto en el entorno. Cada uno tiene sus reglas y códigos específicos.

Las nuevas tecnologías modelan nuevas formas de comunicación, que tienen otros códigos difíciles de entender sin una aceitada comunicación interpersonal.

Sería injusto, desde mi perspectiva, demonizar a la tecnología o a los dispositivos en sí mismos, que como tales son herramientas cuyo uso dependen del contexto y de la psicología del usuario.

El potencial poder adictivo de la tecnología que es objeto de muchos estudios es lo que se pone en juego en el tema del phubbing. Por lo tanto la cuestión sería cómo articular recursos para un uso conciente de la tecnología y para no ser devorado por la ansiedad o por el FOMO (esa sensación de no querer perdernos nada de lo que está sucediendo en las redes sociales) que nos termina dejando conectados, pero no necesariamente comunicados o en genuina relación con otros.

El problema se da cuando el uso de los dispositivos se vuelve una dependencia y nos terminamos desconectando de nuestros seres queridos y hasta de nosotros mismos.

Hace poco en una conferencia sobre psicología y tecnología escuché la siguiente frase: «La ventaja de la virtualidad es que nos acerca a quienes están lejos, pero uno de sus peligros es que nos podría terminar alejando de quienes tenemos cerca».

Preguntas que uno se podría plantear a sí mismo:

  • -¿Qué uso le doy a la tecnología? ¿Me conecta o me desconecta?
  • -¿Estoy demasiado pendiente de las notificaciones en las redes sociales?
  • -¿Estoy afectado por una dependencia a las redes sociales?. (F.O.M.O. o Nomofobia).
  • -¿Qué me está pasando con mi pareja que me desconecto, escapando a través del dispositivo?.
  • -¿Cómo me estoy comunicando?. ¿Qué uso le doy a la tecnología?
  • -¿Qué es lo que me lleva a zambullirme en el mundo virtual: aburrimiento, ansiedad, necesidad de adrenalina, incomodidad, necesidad de estar con otros, entretenimiento, aprendizaje, querer escapar de algo que no puedo enfrentar, etc?.
  • -¿Puedo salir a dar una vuelta sin el teléfono y conectarme con otras cosas?.

El impacto del phubbing en las relaciones.

El mayor problema del phubbing, desde lo relacional, es el efecto de exclusión que puede generar en los demás. Esa sensación de indiferencia puede traer problemas de acuerdo a cómo nuestro interlocutor interprete esa conducta.

Muchas veces, la persona como respuesta comienza a hacer lo mismo y se va produciendo un alejamiento, que si no se resuelve desde otro ángulo termina potenciando la desconexión y generando un clima de distancia afectiva.

La clave es la comunicación 

-¿Cómo comunico al otro acerca de mi relación con la virtualidad? ¿Lo integro?.

El problema se da generalmente cuando uno, por usar un dispositivo, excluye al otro con quien está presente físicamente. En ese caso, el efecto del phubbing es de desconfirmación, una indiferencia a su presencia y tiene un impacto negativo.

Ejemplos: Usar los tiempos de espera en lo presencial para ocuparnos del celular.

Tu interlocutor (pareja, hijo, amigo) te hace una pregunta, pero se pone a ver su teléfono mientras le contestas.

Mientras el otro está conversando uno se ve tentado en revisar una notificación, considerando, que puede seguir escuchando lo que dice. (Aunque, no sabemos cómo es percibido esto del otro lado).

El desafío de regular las diferentes formas de comunicarnos

El ser humano es un ser sintonizador, puede encontrar diferentes formas de conectarse con otros. El desafío está en la regulación, la diferenciación y la integración de los espacios que compartimos.

La lógica de la virtualidad tiene atributos diferentes a los de la presencialidad.  Inmediatez, velocidad, ausencia del registro corporal sutil, omite elementos del contexto porque uno puede estar en cualquier situación y eso pasa desapercibido.

Cuando una persona está concentrada en su dispositivo y tiene que conectar con la sintonía de lo presencial tiene que hacer una adaptación. Son otros tiempos, hay una demora, una conexión corporal que incluir, y cuesta hacer ese switch.

Una de las estrategias sería saber cuándo hacer ese switch, poder sintonizar con las demandas de lo presencial cuando eso es lo que la situación requiere y viceversa.

Es difícil competir con el estímulo que generan las redes sociales, por eso es importante identificar desde qué lugar me vuelco al dispositivo. Si es por algo de la relación o es por mi propia ansiedad que no me da margen de espera.

Otra de las estrategias es intencionar el uso de los dispositivos. Preguntarme para qué, puede ser un buen punto de partida, para regular el consumo y procurar que sea funcional a mis necesidades.

La clave es ir adquiriendo un rol más conciente del uso de la tecnología y asumir un rol activo que me permita ampliar mis posibilidades y enriquecernos de todos los beneficios de lo virtual sin excluir las bondades de lo presencial.


Lic. Valeria Bedrossian

valeriabedrossian@gmail.com
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