Cuando la relación con el cuerpo se vuelve un trastorno

La relación con el cuerpo es un motivo de consulta muy frecuente por el efecto que tiene en el estado de ánimo así como también en las relaciones interpersonales.

Dentro de este tema se inscriben las polémicas actuales sobre el impacto de los estándares de belleza imperantes que llevan a algunas personas a generar cambios alimentarios, entrenamientos específicos, hasta intervenciones invasivas que pueden interferir su vida, sus relaciones y su salud integral.

Es potestad de uno mismo decidir sobre el propio cuerpo más allá de los cánones sociales y poder hacer todos los cambios que aporten bienestar en una época en la que se han ido deconstruyendo modelos hegemónicos tradicionales. No obstante, así como el deseo de verse y sentirse bien físicamente puede impulsar un cambio positivo, también puede ser la puerta de entrada a conductas obsesivas, de restricción y control generando gran malestar.

Se observan en la actualidad una amplia gama de trastornos, muchas veces subestimados, que afectan en forma significativa la vida y el estado de ánimo de las personas que los padecen.

Tienen como común denominador el culto a la perfección del cuerpo y la ilusión de la imagen ideal.

Algunos de ellos son: Trastornos de la conducta alimentaria, trastornos obsesivos, trastornos dismórficos corporales, vigorexia y otros.

Respecto al aspecto psicológico, el rasgo presente en todos los casos es una excesiva autoexigencia, una mirada distorsionada del propio cuerpo, y gran desvalorización personal con lo cual nunca es suficiente lo logrado; eso genera frustración y el refugio en conductas compensatorias (en la alimentación, entrenamiento, tratamientos estéticos, etc) para lograr algún tipo de satisfacción que es difícil de conseguir desde ese esquema.

La clave está en cómo la persona se ve a sí misma. Si su autoimagen está dañada, es lo primero que se deberá trabajar en la terapia. En muchos casos, de lo que se trata es de un déficit en la representación corporal de la persona, como en el trastorno dismórfico corporal, en el que se intensifica la preocupación por la apariencia o un rasgo considerado como “defecto”, intentando obsesivamente repararlo con un alto costo emocional y físico.

Cuando lo que hay es una distorsión de la imagen corporal no es suficiente realizar cambios en lo estético porque el problema es el mapa mental que la persona tiene incorporado. (Es el caso de personas que se viven sometiendo a cirugías, tratamientos invasivos y entrenamientos intensivos, pero nunca logran sentirse lo suficientemente lindas).

En el caso del trastorno dismórfico corporal, las personas no son concientes de esta afección, lo consideran un problema estético y no psicológico, por eso nunca quedan del todo conformes y no consultan al especialista indicado.

Cualquier abordaje terapéutico para ser eficaz debe centrarse en las particularidades de la persona, de su estructura de personalidad y su contexto, considerar un enfoque integral y abordar principalmente la construcción de la autoestima que si se logra reforzar va a ser la clave de todo el proceso.


Lic. Valeria Bedrossian

valeriabedrossian@gmail.com
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