Se denomina así a un fenómeno psicológico, una suerte de sesgo, que nos lleva a juzgar al pasado de una manera desproporcionadamente más positiva de lo que se juzga al presente.
También se lo llama retrospección color de rosa. Algo así como mirada nostálgica, evocando la mejor parte de un pasado remoto y añorando algo que, incluso puede no haber ocurrido exactamente o está aumentado por la evocación.
Trampas de la memoria
Los mecanismos de la memoria a largo plazo nos hacen recordar y editar los eventos de una manera un tanto sesgada o distorsionada: omiten detalles a la hora de almacenar los recuerdos que contienen situaciones dolorosas o traumáticas. Esta capacidad permite al ser humano sobrellevar mejor situaciones de gran impacto emocional y alivianar el momento presente.
¿Cuál es el riesgo de la retrospección idílica?
Si bien es cierto que cierta dosis de negación ayuda en la vida, para amortiguar el peso y el recuerdo de los eventos negativos, también es cierto que recordar o tener presente experiencias negativas nos pueden ayudar a evitar situaciones o relaciones que provocaron malestar y sufrimiento.
Para evitar reincidir en conductas o vínculos que nos han dañado, es importante poder revisar y tener presente una mirada más integrada y realista.
¿Por qué cuesta soltar una relación del pasado?
“No todo tiempo pasado fue mejor”.
La idealización del pasado y el apego impiden soltar lo que ya no hace bien.
En una separación la retrospección idílica puede ser muy tramposa porque ubica a la persona en un dilema: ¿cómo voy a poder soltar una relación que me ha dañado si todo el tiempo mi mente me hace evocar los mejores recuerdos?.
Esta evocación positiva dificulta muchas separaciones porque algunas personas tienen tendencia a idealizar aspectos de la relación y eso les dificulta soltar. No pueden recordar la película entera y eso los lleva a frustrarse permanentemente o a vivir en una actitud nostálgica de evocación.
Este es un fenómeno muy habitual en las consultas que genera sensaciones muy angustiantes puesto que la persona, al hacer esta idealización, se ve en una contradicción o duda: “¿Hice bien en separarme?, tal vez fui muy exigente”; “Nos llevábamos tan bien, él me entendía como nadie, (sin recordar situaciones de engaño o desprecio que fueron motivo de sufrimiento)”; “No voy a volver a encontrar a una persona tan buena”; “Si yo hubiera sido más comprensiva, tal vez él me hubiera tratado mejor”.
Estos planteos pueden llegar a ser una rumiación que persista en el tiempo generando gran malestar y confusión, porque la persona no puede representarse el cuadro de la situación completa y entender qué fue lo que la llevó a la separación. De hecho, si bien puede ser más doloroso cuando una persona se separa por un hecho puntual (peleas, engaño, maltrato), es más fácil el corte porque no hay tanta ambigüedad. Hay un hecho puntual al cual, incluso, se puede hacer referencia en la memoria luego de la separación.
Pero cuando no hay un motivo externo evidente, la decisión y el proceso de separación pueden convertirse en una agonía de dudas y replanteos difíciles de definir. Ahí entra en juego la retrospección idílica. Cuando la persona ha tomado la decisión de separarse y lo concreta, puede que su mirada retrospectiva de ese pasado sea un recorte que le presente las mejores escenas y desde ahí su sensación puede ser dudar de su decisión o vivir evocando ese pasado.
La memoria hace una edición que omite algunas escenas. Eso, si bien, atenúa el dolor por experiencias vividas, por otro, impide cortar y procesar emocionalmente la separación.
En estos casos, ayuda el tratar de representarse la película completa de la historia de la relación y trasladarse al momento aquel, porque de lo contrario va a costar mucho la separación y el proceso de duelo para poder evolucionar.
Me interesa el futuro porque es el sitio en el que voy a pasar el resto de mi vida.
Woody Allen
Lic. Valeria Bedrossian
valeriabedrossian@gmail.com
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